18 de marzo de 2011

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Aquel día cumplíamos 2 años juntos. Este último año se había basado en discusiones, reconciliaciones y más discusiones. Me planteaba si sería mejor acabar con esto, dejar de hacernos daño mutuamente, querernos en silencio. Llegué a nuestro rincón, creía que me esperabas como siempre, sentado en el sofá leyendo aquél libro que tanto te gustaba o jugando con la consola que te regalé. Pero allí no había nadie, pensé que ni siquiera te habías acordado de nuestro día. Sin embargo, al rato apareciste con un ramo de rosas entre tus manos, con aquella pulsera que tanto me gustó el día que la vi en la tienda y con tu mejor sonrisa. Aquel día descubrí el por qué no podía dejarte escapar. Eras la persona perfecta, con la que quería despertarme todas las mañanas, con la que pasar toda la vida.

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